domingo, 1 de agosto de 2021

DESPUÉS DE LOS LOBOS - Liliana Bodoc


 
DESPUÉS DE LOS LOBOS  Un cuento de Liliana Bodoc narrado por Eva Espejo en el marco del PROGRAMA NACIONAL DE FORMACIÓN PERMANENTE https://youtu.be/vomz-qDroMk?t=34

Andan los lobos en manadas. Su ferocidad va delante de ellos, y detrás van
sus sombras, estiradas por el último sol del atardecer.
Primero la ferocidad, después los lobos, después las sombras; las manadas recorren
los caminos del bosque.
Los árboles, que los conocen bien, saben que se acerca una muerte. Porque
los lobos tienen hambre. Un hambre enorme y antigua, tal como si jamás hubiesen
comido; ni ellos, ni sus padres, ni sus abuelos. Con las orejas alertas, los hocicos
entreabiertos y los colmillos en su sitio. La manada va en busca de una presa.Para que no se
advierta su llegada, los lobos se mueven con precaución.
Tanta precaución que, más que decir que no hacen ruido, habría que decir que
hacen silencio.
El bosque sabe lo que va a suceder...tarde o temprano, los lobos hallarán
un animal indefenso, lo cercarán en una rueda de ojos amarillos, y luego se
abalanzarán sobre él. Un poco después, estarán aullándole a la luna para celebrar
la cacería.
Van a hacerlo porque son lobos, y no ardillas, tortugas o ciervos. Y todos los
lobos tienen un hambre armada de colmillos, caminan con sigilo y están
enamorados de la luna.
Pero... (si no hay PERO, no hay cuento) a veces las cosas cambian. Se
sacuden.
Hace tiempo y más tiempo, en la gran manada de los lobos del mundo comenzó
a suceder algo extraño.
Por aquí y por allá; en este bosque y en aquella pradera nacieron algunos
lobos que no quisieron, no supieron o no pudieron ser iguales a todos.
No quisieron, no pudieron, o no supieron...eso no es lo importante! Lo que
realmente importa es que aquellos lobos se aburrían de tener hambre. Solamente
tener hambre. Todo el día y la vida: cazar y seguir hambrientos.
Entonces, lentamente, comenzaron a cambiar sus costumbres. Y terminaron
haciendo cosas que a ningún lobo común y corriente se le hubiese ocurrido! Por
ejemplo, dejaron de mirar la luna, y empezaron a mirar con curiosidad las luces de
los fuegos que encendían los hombres.
Y bien, cuando sus compañeros notaron la diferencia, se inquietaron. Mejor dicho,
algunos se inquietaron: “Que sucedía con aquellos lobos... ¿Por qué se
comportaban de esa ridícula manera?”
Otros, en cambio, se burlaron: “Vean estos lobos inútiles y débiles que no
quieren tener hambre todo el dia”.
Algunos desconfiaron:
“¿sería conveniente que aquellos lobos permanecieran cerca...? ¿Y si sus rarezas y sus tonterías
eran contagiosas?”.
Finalmente, otros se enfurecieron: “¡No debemos aceptar esta insolencia!”. Y hasta
amenazaron: “Si no se comportan igual que nosotros, recibirán un castigo”.Con el tiempo, los
animales que no querían, no sabían o no podían ser iguales al resto de la manada se fueron
rezagando. La inquietud, las burlas y las rabias de sus compañeros crecían cada vez más.
Entonces, un buen día, aquí y allá, en esta pradera y en aquel bosque, ellos
tomaron un nuevo camino.
Los lobos en manada continúan andando por su propio sendero.

Hambrientos, orgullosos y colmilludos; caminando con sigilo para atrapar una presa, aullándose a la
luna llena.
Y quizá nunca sepan lo que nosotros sabemos...
Aquellos animales que se abrieron de tener hambre, siempre y solamente
hambre, no eran inútiles, débiles o insolentes. Tenían otros sueños; eso sí. Por eso, un
día cambiaron de sendero y de destino.
Ellos viven hoy más cerca de los hombres que de la luna. Y tienen los nombres
que les pone el amor.
-Muy bien. Ya terminé mi pequeño cuento. ¡Vamos Tobi, es hora de volver a
casa!

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